Muchas de las variedades comunes de las hortalizas caseras, conviene  sembrarlas en almácigos. Estos son algo parecido a las cunas para  nuestras plantas, donde van a germinar las semillas en un ambiente  protegido dentro nuestro  huerto escolar. 
Un almácigo permite  reproducir plantas a partir de sus semillas en  aquellos casos en que la siembra directamente sobre el terreno puede  presentar dificultades. Además, permite mantener bajo control las  condiciones de germinación de la semilla y el posterior desarrollo de la  planta hasta el momento del trasplante.
Es muy importante la calidad de las semillas que utilicemos. Muchos  fracasos son debidos al uso de semillas cuyo periodo de germinación ha  terminado o han sido conservadas en malas condiciones.
Puede hacerse sobre el suelo, pero es mejor utilizar un recipiente  transportable que puede ser cualquier caja o recipiente impermeable como  botes, recipientes de yogurt, botellas, etc.,  y que tenga una  profundidad mínima de unos 15 cm. y un tamaño adecuado a la cantidad de  semillas que deseemos sembrar. Cualquiera que sea la elección, debe  permitir ser tapado facilmente con una lámina de vidrio o plástico, para  que no pueda recibir la luz directa del sol y estar protegido de la  acción de insectos, moluscos y pájaros.
Como recipiente también pueden utilizarse bandejas de cultivo  multilóculo en cantidad y tamaño adecuado al de las semillas que  deseamos plantar. Este método es muy ventajoso y las bandejas se pueden  reutilizar varias veces.
1. Se hace algunos agujeros en el fondo del recipiente para asegurar el drenaje necesario.
2. Preparar la mezcla de los almácigos: un tercio tierra negra, un  tercio de arena o arenilla de tezontle (fino) y un tercio de composta o  abono de animal- todo esto hay que "colarlo" a través de una tela de  alambre de 1 pulgada para no dejar terrones grandes.
3. Extender en el fondo del recipiente lo que no pasó por el cernidor para propiciar un mejor drenaje.
4. Hacer una capa de 10 a 12 cm con la mezcla cernida encima de la  primera capa, si nuestro almácigo está sobre el suelo, hay que aflojarlo  unos 20 cm y colocar esta cantidad de mezcla por encima de la tierra  aflojada.
5. Cuando está preparado el almácigo se hacen con los dedos unos  pequeños surcos sobre la superficie de la tierra, en una distancia de 8 a  10 cm entre sí y de 0.5 a 1 cm de hondo.
6. Se siembra el almácigo con las semillas deseadas, a una  profundidad igual a dos veces el grueso de la semilla. Por lo regular  las semillas pequeñas como col, lechuga, apio, se siembran a una  distancia de 0.5 cm; las más grandes a 1 cm. En tiempo de sequia se  siembra al doble de profundidad.
Un espacio de dedo entre cada semilla es adecuado para casi todas las  verduras que se siembran en almácigo- la lechuga debe de sembrarse mas  cerca.  Después se cubre la semilla con la misma mezcla fina de  almácigo, con cuidado para no echar bolitas y piedras más grandes que la  semilla. Con la mano se aprieta un poco la tierra, para que no se  deslave la semilla y germine más rápido.
8. Si el almácigo está en un bote, una caja o una cubeta, puede  ponerse en una carretilla o una tina grande y llenarla con agua hasta el  nivel del piso del almácigo. Asi se humedece bién nuestra tierra y no  se deslava la semilla. Cuando la superficie de la tierra se saca del  agua y se coloca en la sombra hasta que nazca la primera plantita.
9. Cuando comienzan a nacer las plantitas, las colocamos al sol unas 4  horas diarias, después de una semana las ponemos al sol todo el día.
Durante todo el tiempo hay que mantener los almácigos bién regados.  Nunca deben secarse: Para regar podemos utilizar una regadera común, un  bote que tenga agujeros, aunque lo mejor es un pulverizador. Sea cual  sea la opción elegida, hay que tener en cuenta que siempre hay que  hacerlo con mucho cuidado para que no caigan chorros que puedan deslavar  la tierra y descubrir la semilla.
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